La A-4 a su paso por el desfiladero de Despeñaperros (Jaén y Ciudad Real)

Situado en los límites orientales de la Sierra Morena, el desfiladero de Despeñaperros es el punto de paso principal entre Andalucía y Castilla-la Mancha. Sus paredes abruptas, desniveles de más de 500 metros y los ríos que lo cruzan explican el sinuoso trazado de la N-IV, la carretera que atravesaba el parque Natural hasta la inauguración en 2011 del nuevo tramo de la autovía A-4 entre Venta de Cárdenas (Ciudad Real) y Santa Elena (Jaén). El tramo de la N-IV, que se convirtió en un punto negro de accidentes, tiene su origen en el trazado construido por el ingeniero Carlos Lemaur durante el reinado de Carlos III (siglo XVIII).

La puesta en servicio de la autovía A-4 a su paso Despeñaperros, con dos calzadas en paralelo y tres carriles por sentido, ha eliminado el principal cuello de botella de este paso, empleado por 9 millones de vehículos al año, mejorando la seguridad y los tiempos de recorrido. Así, proporciona una solución definitiva a este enclave de compleja orografía, habilitando la recuperación ambiental del Parque Natural en que se ubica.

En seguridad vial el impacto ha sido drástico: antes de la obra se producían accidentes mortales con regularidad en el paso de Despeñaperros; tras su puesta en servicio no ha habido ninguna víctima mortal entre 2012 y 2023.

El tramo, de 9,5 km, constituye una sucesión de viaductos y túneles, cuya longitud representa más de la mitad del trazado.

Partiendo desde Santa Elena (Jaén), las infraestructuras se suceden de la siguiente forma:

Viaducto de Santa Elena, con 160 metros de longitud; viaducto del Manantial, de 550 metros de largo con pilas de hasta 80 metros de altura; viaducto de las Tinajuelas, con 560 metros de longitud; viaducto de Despeñaperros, de 380 metros de longitud; túnel de la Cantera y túnel de Despeñaperros, que permite salvar el paraje natural de Los Órganos. Posteriormente, se cruza el arroyo Cuchareros con un viaducto tipo arco metálico de 53 metros de luz y 70 metros de longitud total, que recibe el mismo nombre del río y, tras él, el túnel del Corzo, de 420 metros de longitud. Así como el viaducto de Venta de Cárdenas, con 150 metros de longitud. En la calzada contraria, además, se cuenta con el viaducto de El Corzo de 451 metros de longitud.

Los cuatro primeros viaductos, cuentan con dos tableros independientes cada uno (uno por calzada). En este sentido, cabe destacar el viaducto del Manantial, que sobrevuela una de las grandes curvas de la calzada norte de la N-IV a una altura máxima de 80 metros sobre la vaguada que faldea dicha vía y tiene vanos de 39 y 45 metros.  

El túnel de Despeñaperros, de 1,92 kilómetros de longitud, es una de las estructuras más reseñables del nuevo paso. Puesto en servicio en 2011 (sentido Madrid) y 2012 (sentido Andalucía), permite que las dos nuevas calzadas discurran paralelas en toda su longitud con una reducción del tiempo medio de recorrido de 13 minutos en los apenas 10 km que distan entre Venta de Cárdenas y Santa Elena.

Está formado por dos tubos de 14,5 metros de ancho y una altura máxima de 8,44 metros. Cada tubo, con una calzada de tres carriles, dispone de revestimiento de hormigón, pavimento de mezcla bituminosa en caliente, 1 apartadero y 4 galerías de conexión entre tubos.

La principal lección es la optimización del Nuevo Método Austriaco, adaptándolo a los materiales encontrados durante la construcción, pizarras y cuarcitas fundamentalmente, el uso de bulones de sostenimiento tipo swellex, y la reutilización y del material excavado en la ejecución del revestimiento.

Protección del medioambiente

La construcción del tramo redujo sensiblemente la franja de afección de la autovía del Sur (A-4) al Parque Natural de Despeñaperros y sus famosos monumentos naturales de piedra. En su construcción se adoptaron medidas de impacto positivo en fauna y flora, entre las que destacan la mejora de la permeabilidad faunística al eliminar la calzada existente y aumentar las zonas de paso, la creación de una vía verde en la antigua nacional IV, la limpieza de cauces y riberas y su restauración, mejoría de las condiciones de hábitat del conejo y del lince, recuperación del endemismo centaura citricolor, repoblación y poda selectiva para prevención de incendios, integración paisajística de las boquillas de los túneles, la restauración paisajística de zonas alteradas, la protección del confort sonoro y la protección del patrimonio arqueológico.